miércoles, 26 de julio de 2017

DOS VIEJOS POEMAS DE EVA VAZ

Todo lo que yo pudiera decir de Eva Vaz, sin documentarme previamente, estaría  desfasado: Hace años, muchos años, que no sé nada de ella; tan sólo un correo que intercambiamos hace bastantes meses, cuando le pedí permiso para reproducir aquí alguno de sus poemas y, poco después, la lectura de su libro Frágil (Antología 2001-2009). Antes de eso, sólo la había visto una vez y fue hace tantos años (en Punta Umbría), que aunque recordara su rostro (que no lo recuerdo), quizás ya no se parecería a la que hoy pudierais encontraros… Y sin embargo hay algunos poemas suyos que, después de quince años de leídos, sigo recordando casi verso a verso.
Pero Eva Vaz no es desconocida. A quien quiera saber de ella le bastará con teclear su nombre en un buscador para encontrar sus últimos poemas, los libros publicados, lo que de ella dicen quienes la admiran; incluso alguna foto que le ayude a hacerse una idea de cómo es, físicamente, esta mujer que escribe de manera tan directa, tan desgarrada y poética a la vez.  Los lectores de este blog tienen desde siempre un enlace con su nombre en la columna de la derecha.
Es posible, casi seguro y natural, que su estilo haya evolucionando, transformándose al ritmo que le hayan ido marcando sus vivencias. Es posible también, casi seguro y natural, que hubieran sido otros los poemas que ella hubiese elegido para esta ocasión… Pero yo he querido hacerlo rindiendo homenaje al recuerdo que guardo y a la época en que la leí por primera vez. Os invito a buscar otros escritos suyos, a seguirla en la red y a través de sus libros pero, de momento, quiero compartir con todos mis amigos dos poemas que en su día me emocionaron y hoy lo siguen haciendo:

Disculpas
                
                         Necesitas un cargamento de fe para seguir adelante.
                                                                                      Lou Reed

Porque me hice mujer
antes de aceptarlo
-y todavía no me acostumbro-.

Porque perdí la fe
antes que la virginidad
-y ya pasan los diez años-.

Porque aprendí a sobrevivir
antes que a vivir
-y se me va olvidando-.

Porque de mi identidad
sólo queda el número
-y es el de un muerto-.

Porque empecé a drogarme
demasiado pronto
-gracias a la seguridad social-.

Porque el ego se me fue
des-pe-da-zan-do
-con una precocidad imparable-.

Porque la poesía
era mi mejor ansiolítico
-y ahora me hace nudos en las venas-.

Porque necesito disculparme
por haberlo hecho tan mal
-y no poder corregirlo-.

Porque el amor
no me arregló la vida
-y tampoco era para tanto-.


Auto de fe

Puedo contar cómo
y cuánto he jodido.
A cuántos me he follado
sin hacer el amor.

Puedo contar cuánto me he
metido en el cuerpo,
en cualquier orificio de entrada.

Puedo contar que entre
la sociedad y yo
hay un odio recíproco,
y que me importa
un carajo.

Pero es MENTIRA.

No me interesa ser
una máquina de follar,
ni destrozarme el hígado,
que es único.
Ni quiero vivir en
perpetua soledad y dejadez.
Ya lo viví,
y casi me muero
de ASCO.

Ahora no,
ahora me gusta hacerle el amor
al que respira mi respiración todas las noches,
en la gloriosa cama
regalo de mis suegros.
Y retirarme despacio y paciente
mis drogas legales.
Y sacarme las oposiciones
para enseñar Filosofía
a unos adolescentes que
vivirán el mismo proceso.

Ahora prefiero soñar con mis hijos
en vez de soñar con mi muerte.

YO NO QUIERO SER MALDITA.

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